Lila y Miguel terminan varados en un lugar idílico frente al mar, recientemente asolado por una gran sequía. Allí esperan la llegada de una buscadora de agua de quien se dice que tiene el poder de atraer a los jaguares. Atrapados en un tiempo sin medida, no solo serán desafiados por la comunidad de nativos, sino también por sus propias limitaciones.