Un nuevo caso de los detectives Gutiérrez y Martínez
El cadáver de una mujer es encontrado en su apartamento. Un disparo preciso, la puerta sin forzar y un ramo de flores con una tarjeta en blanco. Un crimen limpio, casi meticuloso. Pero cuando el informe forense revela un detalle inesperado, la investigación toma un giro inquietante.
Mientras los detectives siguen rastros que los conducen a las esferas del poder y se ven atrapados en una red donde el pasado regresa con nombres y rostros que creían olvidados, las marcas de una desaparición sin pistas, una deuda con la sangre y una campaña presidencial que esconde más que promesas amenazan con destruirlos.
Entre sombras que susurran verdades a medias y silencios que gritan demasiado, Guillermo J. Mejía nos arrastra con esta novela hacia un laberinto donde la única salida puede encontrarse en la más profunda oscuridad.
Tras el éxito de Ella no debía enamorarse, la primera entrega de esta trilogía que conquistó a los amantes del thriller, los investigadores Gutiérrez y Martínez regresan con un caso que los pondrá al borde del abismo.