Durante su estancia en un país desconocido, Han Kang se ve abordada por una apremiante necesidad de escribir sobre el color blanco. Es su forma de dar sentido a una tragedia que la ha atormentado siempre: la prematura muerte de su hermana, a las pocas horas de nacer; alguien a quien no llegó a conocer y a quien parece haber reemplazado. Invocar los recuerdos que la vinculan con el blanco será su forma de conversar con ella, de evocar su rostro, de sepultarla íntimamente en la escritura. En este libro inclasificable, acaso la contribución más insólita de la Nobel surcoreana, Han Kang se bate en duelo con lo invisible, lo hipotético, lo puro, lo imaginado, lo inasible, lo desaparecido, lo limpio, lo llano, lo gélido, lo hueco, lo silencioso; lo blanco, en definitiva, como sinónimo de pérdida o vacío irreemplazable. Una novela imposible, que de tan luminosa y frágil casi no existe, pero que permanecerá imborrable en la memoria de quien se le acerque.