Cóndores no entierran todos los días, se desgrana en una sucesión interminable de muertes que se narran a veces de manera muy descriptiva. El asesinato político es la constante de la violencia en Colombia y aquí, la novela lo recrea de manera exacta y repetida hasta el agotamiento. Por momentos el protagonista de la novela deja de ser León María Lozano y pasa a ser, en una palabra, la Violencia, con mayúscula, el periodo histórico que atravesó Colombia a mediados del siglo veinte.