Horacio Quiroga presenta en esta obra un compendio de relatos en los que el terror se funde con la apabullante sensación de lo mortal y lo finito. En estos relatos el autor toca temas que siempre están acechando la naturaleza humana: por un lado, la fragilidad del hombre, quien se ve enfrentado a lo absorbente e inmenso de la selva, siempre hostil; y por otro, el mundo de las emociones y el pensamiento, que termina enfocándose en el amor y todo lo que él conlleva (desilusión, desamor, nostalgia, enamoramiento), también la locura, aquello a lo que todo ser mortal corre alguna vez el riesgo de enfrentarse y que es, quizá, uno de los mayores temores de cualquier ser racional.
La obra gira en torno a la muerte, aquello que ningún ser puede eludir, y que aparece aquí en su forma más pura y cruda, alejada, en la mayoría de los casos, de la fantasía y de los aspectos sobrenaturales que a esta se atribuyen, mas mostrándose como resultado final y fruto de causas naturales como la meningitis o la gangrena. El autor —experimentado en la relación hombre-naturaleza por sus años habitando en la selva de Misiones, Argentina— plasma en sus relatos todo aquello que comienza a temer y a enfrentar el hombre que habita esos entornos salvajes, en los cuales lograr la supervivencia es la ley número uno.