“¡Mataron a Gaitán!”, grita la multitud en las calles de Bogotá aquel imborrable 9 de abril. Y el capitán Ezequiel Toro –un policía progresista para la época y afecto a las ideas del caudillo liberal– se pregunta si su deber es disparar en contra del pueblo que se ha levantado y protesta sin consuelo. Cinco años después, la desaparición y asesinato del capitán a manos de las fuerzas del Estado darán pie a la búsqueda incansable de Tránsito, su esposa, y de uno de los cronistas judiciales más conocidos de la época, Felipe González Toledo.