Papá lobo, en plena cacería, olfateaba el aire para detectar alguna presa. Andaba sin hacer ruido: ¡El silencio es el arma del cazador!
De repente, percibió que algo se escondía debajo de un arbusto. Acercó el hocico y miró. Allí vio a un animalito rosado, con unos grandes ojos brillantes.
Papá lobo sabía muy bien que era eso: un cachorro de hombre…