Con palabras certeras y generosa compasión, Octavio Escobar da vida al tío Pipo, el hombre que desquicia la vida familiar con sus trastornos mentales. En medio de las colinas de Manizales y el nevado del Ruiz, el adolescente Alfredo crea una entrañable relación con este perturbado, que "caminaba alrededor de la fuente del patio, siempre en la dirección de las manecillas del reloj, para darle cuerda al universo".