Frente al esplendor que la historiografía atribuye al Alto Imperio romano, el contexto político del Bajo Imperio tiende a describirse en términos de ‘decadencia’, ‘ruptura’ y ‘caída’.
Entre los siglos III y V, el Imperio romano entró en una fase de estancamiento militar, y se volvió más defensivo a causa de las frecuentes incursiones de los pueblos germánicos. Todo ello, sumado a la intensa cristianización del imperio, ha llevado a concebir estos siglos como un período de ruptura con el pasado clásico de Roma y sus dominios.
Este volumen repasa los hechos de esta etapa histórica y los muestra, más que como una decadencia, como una lenta transición que acabará conduciendo a la Edad Media.