1914, Adrien, un joven teniente de Ingenieros, resulta gravemente herido en el rostro en su primera misión de combate. Trasladado al hospital militar de Val-de-Grâce será el primer interno del pabellón dedicado a oficiales desfigurados.
A lo largo de los siguientes cinco años, Adrien verá pasar por el pabellón a cientos y cientos de hombres que perdieron sus caras en combate, y a pesar de los sufrimientos derivados de su situación y de las constantes operaciones de reconstrucción de su rostro, él y sus compañeros Penanster y Weil se convertirán en el alma del hospital.
Una novela en la que frente a la devastación que la guerra causa en las personas se levanta un mensaje de esperanza y de superación personal.