El tercer intento en hacer que Ricky muera comienza con una extraña llamada de la policía. Un detective llama a Ricky Starks porque su paciente Alan Simple se ha suicidado y la última llamada de éste ha sido al número del psicoanalista. Él es interrogado por el detective, sin sacar nada más que lo habitual dentro de la convención médico-paciente: el doctor no había previsto el suicidio y la llamada que supuestamente había hecho el suicida-paciente no había sido registrada por el celular del doctor Starks. Después de asistir al funeral del paciente, al regresar a su casa, el psicoanalista ve su puerta entreabierta. Es la clara señal de que los problemas se avecinan.