Soy viejo, pero no tanto como para olvidar aquella fe vivida cuando las iglesias se llenaban todos los domingos y uno se arrodillaba; cuando de nuestras naciones (Italia, Francia, Austria, España, Portugal, Irlanda...) partían los misioneros hacia todo el mundo, pues los seminarios y las casas religiosas estaban llenos de vocaciones; cuando las familias eran unidas y las mamás eran mamás, es decir, educaban a los hijos; y así sucesivamente. Pero, ¡cuán disuelta y agonizante está la sociedad de hoy!
Ha sido el derrumbe de la fe, y también por esto la Iglesia católica ha dedicado un año a la fe, del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. No he querido quedarme atrás, de modo que, después de haber escrito tantos libros, ofrezco éste, para que quien tenga fe, la reafirme, y quien no la tenga, la descubra.