Tu felicidad personal no puede depender de la validación constante de los demás. Por el contrario, debe ser una fuerza que te enseñe a decir que no cuando es necesario y a pedir ayuda cuando te hace falta. Ser independiente emocionalmente implica una introspección para comprender qué tipo de apego tuvimos en la infancia y cómo condiciona nuestro presente, además de un trabajo constante sobre nuestra autoestima para poder tomar mejores decisiones y de un sólido entrenamiento de la asertividad.