A finales de los setenta, en un mercado de Turín, un carnicero despieza un cordero delante de sus clientes cuando de repente su perfecta coreografía se rompe y el cuchillo le atraviesa el pulgar. Empieza entonces la vorágine de su propia carne: primero una infección causada por una bacteria y luego el agotamiento, un diagnóstico feroz y viajes a clínicas en el extranjero. Su hijo Dario, de veinte años, asiste con una mirada llena de devoción y sufrimiento a este lento deterioro. Estas páginas precisas, esenciales y crudas, que narran hechos sucedidos cuarenta años antes, nos hablan de un padre –de su trabajo en el mercado, su pasión por el fútbol y de su enfermedad– que la fuerza del relato convierte en nuestro propio padre; y también del dolor de un hijo, un dolor que al alejarse del patetismo logra mostrar la condición humana en toda su fragilidad. Esta es una novela breve e intensa sobre la relación padre hijo donde la memoria dolorosa se convierte en refugio.