Ofelia está en esa etapa crucial entre el fin de su vida en la secundaria y el inicio de la universidad. Además, apenas empieza a conocer otro mundo más allá de su antigua escuela. Pese a lo extraño que le resulta este nuevo espacio, termina por encontrar en sus nuevos amigos, especialmente en Ramiro, diferentes formas de ver el mundo que, hasta entonces, era casi perfecto.
Gracias a la iniciativa de los profesores, entre todos pintan un mural para cambiar la cara gris de una de las paredes del instituto, al tiempo que logran crear vínculos que los ayuden en la difícil tarea de crecer.