La isla misteriosa no es la típica historia del naufragio y las peripecias de un grupo de desventurados que intenta sobrevivir. Reducirla a este estado es casi cometer un crimen. La isla no es un pretexto para escribir una historia, es la historia en sí misma. Es la esencia, el fundamento. Quitemos la isla, y pongamos otra cualquiera… verán que no hay historia. Podría decirse que es la protagonista de la novela, si tuviera autonomía y pensara por sí misma. No solo va a hospedar a estos personajes sino que los irá dotando de posibilidades de supervivencia y Cyrus Smith tregua a las hostilidades del lugar. Sin embargo, desenmarañar el tejido que se arma a partir de los extraños sucesos será el objeto de deseo de sus nuevos huéspedes. Dispongámonos pues, para, acompañar a nuestros héroes, pongámonos el sombrero, remanguémonos la camisa, vaciémonos los bolsillos, adoptemos la mirada práctica de Pencroff y dispongámonos a la observación activa de esta misteriosa aventura.