«La memoria es el afecto más traidor que existe», dice Camila Sosa Villada en uno de los textos que componen «La traición de mi lengua». Los recuerdos siempre huyen desordenados y nos dejan frágiles y vulnerables frente a sentimientos que pocas veces podemos controlar. ¿Es posible resistirse a nuestra memoria?, se pregunta y entonces, como una condición de supervivencia, se aferra a la traición para reflexionar sobre el lenguaje y su relación con el erotismo y el pasado.
Esta serie de escritos respeta un caos, juega con la agudeza de pensarse en otro lugar y habitar otra lengua. La acción y la no acción son embestidas por un lenguaje que se hereda y se traiciona.
Con una prosa tan filosa como poética Sosa Villada cultiva, una vez más, el arte de escribir lo que no se dice.