En latín hay una bella palabra, spolia, que describe la utilización de materiales de edificios viejos para construir edificios nuevos. Eso fue, en esencia, la Edad Media. Un tiempo en que, con las piedras del mundo antiguo, las del cristianismo y las del islam, se fue construyendo una sociedad lo suficientemente sólida como para resistir una de las más duras y terribles crisis políticas, económicas y demográficas que jamás ha afrontado Europa. La arqueología y las fuentes escritas nos proporcionan una imagen bastante nítida de la vida en una aldea medieval, ese pueblito, de casas pequeñas y dispersas, calles enlodadas, hileras de huertos e iglesia humilde. En este libro se analizan los principales espacios públicos y privados medievales en esas aldeas, y la manera en que las rutinas se transformaron con la aparición de las primeras ciudades.