Entrega y disponibilidad
El siglo XIX europeo, una época de logros artísticos sin precedentes, fue la primera era de la globalización cultural, un periodo en que las comunicaciones masivas y los viajes en tren de alta velocidad reunieron a Europa, superando las barreras del nacionalismo y facilitando el surgimiento de un verdadero canon europeo de obras artísticas, musicales y literarias. Llegado 1900, se leían los mismos libros, se reproducían las mismas obras artísticas, se representaban las mismas óperas y se interpretaba la misma música en los hogares y se escuchaba en las salas de conciertos a lo largo de todo el continente. Partiendo de una gran cantidad de documentos, cartas y otros materiales de archivo, el aclamado historiador Orlando Figes examina cómo fue posible esta unificación. En el centro del libro hay un triángulo amoroso conmovedor: Ivan Turgenev, el primer gran escritor ruso en convertirse en una celebridad europea; Pauline Viardot, de origen español, una de las cantantes de ópera más famosas del mundo, además de compositora y profesora de canto, y Louis Viardot, director de teatro, activista republicano y gran experto en arte (autor de las primeras guías de grandes museos del mundo, el Prado entre otros) y esposo de Pauline, por cuya carrera musical sacrificó parte de la suya. Juntos, Turgenev y los Viardot estuvieron en el centro del intercambio cultural europeo: conocían o se cruzaban con Delacroix, Berlioz, Chopin, Brahms, Liszt, Schumann, Hugo, Flaubert, Dickens y Dostoyevski, entre muchas otras figuras destacadas. Como observa Figes, casi todos los grandes avances de la civilización se han producido durante los períodos de mayor cosmopolitismo, cuando las personas, las ideas y las creaciones artísticas circulan libremente entre las naciones. Vívido y perspicaz, Los europeos muestra cómo ese fermento cosmopolita fraguó tradiciones artísticas que llegaron a dominar la cultura mundial.