Los monstruos no van a cine

Cada una de las historias de Erik Zúñiga es una aventura cargada de cinefilia y terror. En ellas también se descubren los horrores que oculta su pueblo, monstruos más reales y perversos que los de las películas que tanto le gustan. En un olvidado pueblo del Valle del Cauca, vive Zeta, un joven aficionado a las películas de terror, en especial a las de zombis. Una noche, su abuelo le narra una fantástica historia en la que los muertos vivientes regresan a la vida, invaden su pueblo y devoran a sus habitantes. En las vacaciones escolares, Zeta y sus primos realizan una misión para desenterrar un cadáver en un cementerio abandonado. También deciden pasar una noche en una tétrica casa embrujada y, los fines de semana, asisten a espectáculos de luchadores enmascarados que se baten a muerte.