Marzo de 1942, una joven maestra de jardín de niños llamada Magda Hellinger, procedente de Eslovaquia, fue deportada al campo de concentración de Auschwitz junto con casi mil mujeres más, en el que sería uno de los primeros arribos de mujeres judías al terrible campo nazi y, además, fue una de las prisioneras seleccionadas para hacerse cargo del infame Bloque 10, en el que personal médicoalemán experimentaba con los reclusos. En estas memorias, ella relata cómo caminó al filo de la navaja durante varios años: salvar la mayor cantidad de vidas mientras evitaba las sospechas de las SS y corría el riesgo de ser ejecutada.