Maju anda malhumorada, de cara larga. Tanto es así que le contesta mal a todo el mundo, incluso a sus amigos más queridos y a su familia. Por supuesto, esta actitud le trae muchos problemas. Esta historia nos demuestra que todos tenemos derecho a estar tristes, pero no por eso, a desquitarnos con el resto. Además, a veces estamos tan centrados en nosotros mismos que pasamos por alto a aquellas personas que son incondicionales y que siempre están ahí para ayudarnos a salir adelante.