Punto de partida de grandes corrientes culturales de alcance universal, las tierras que aquí se describen fueron asiento de las primeras civilizaciones urbanas de Mesopotamia, escenario bíblico, tierra de conquista de los grandes imperios antiguos y cuna del islamismo, que emprendió desde aquí su expansión. Assur, Tiro, Damasco, Jerusalén, Persépolis, Masada, Acre, Isfahán, Bujará, Samarcanda... Hay lugares santos para varias religiones, desiertos, estepas, la Mongolia de los nómadas y los enclaves, y rutas comerciales que dinamizaron toda la región, como Petra, Palmira o las rutas del incienso y de la seda. Nombres todos ellos evocadores, que por una parte nos trasladan al mundo de las leyendas, pero que responden también a espléndidas realidades que la Unesco ha sabido reconocer y distinguir, incluyéndolos en la relación del patrimonio de la humanidad.