Europa Central viene siendo, históricamente, un territorio de paso y, al propio tiempo, de irradiación de influencias culturales. Estas, en efecto, han aportado un impulso esencial a la configuración del mundo tal como hoy lo conocemos. La fisiografía de esta región explica que se incluyan en el patrimonio natural de la Unesco bosques, zonas montañosas o lugares de interés geológico. En cuanto a las creaciones culturales, distinguidas en el patrimonio de la humanidad, se hallan castillos, palacios y templos, ciudades históricas, explotaciones mineras, instalaciones industriales y arquitectura de vanguardia. Nos maravillamos ante catedrales como las de Aquisgrán o Colonia; conjuntos urbanos como Lübeck, Weimar, Varsovia, Budapest, Praga, Viena, Salzburgo o Berna; palacios, como los de Potsdam, Berlín y Viena. Y junto a estos esplendores, el horror y la barbarie de Auschwitz.