Entre los siglos XI y XIII, los cambios se suceden en Europa. La jerarquía estamental feudalista presenta sus primeras grietas como efecto del resurgir del comercio y la vida urbana. En algunos reinos como Francia e Inglaterra aparecen dinastías fuertes, dispuestas a liderar la transformación de sus dominios feudales en Estados. Y la Iglesia, cuya autoridad social no ha hecho más que aumentar, se disputa el poder con el emperador. Los conflictos y las alianzas entre Papado e Imperio determinan en buena parte este período de la historia.