Ovidio regresa en esta obra a la tradición elegiaca para componer canciones de lamento, originadas por la desesperación de un exilio injusto en tierras alejadas del bienestar que disfrutaba en Roma, centro político y cultural del mundo entonces conocido. Ovidio nos describe patéticamente su inseguridad física en Tomis, su aislamiento cultural en un entorno bárbaro para él y su nostalgia de Roma. Ningún lector sensible podrá quedar impasible ante una colección de cartas introspectivas sin paralelo en la literatura romana.