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    Cód.: 660937

    Una habitación propia

    ¿Qué habría pasado si Shakespeare hubiera tenido una hermana con su mismo talento para la escritura? Probablemente, que él seguiría siendo un faro de las letras universales y ella, condenada al anonimato, se habría suicidado. Esto decía Virginia Woolf a las estudiantes que en 1928 atendieron a sus conferencias sobre las mujeres y la literatura. Y lo decía, precisamente, invocando también a Jane Austen o a las Bronté, para animarlas a no dejarse aplastar por el peso de una historia eminentemente masculina. Una habitación propia sigue siendo hoy libro de cabecera porque es una invitación a la creación libre de prejuicios y de obstáculos, una llamada al encuentro de las mujeres con la escritura (y con la realidad) para que ocupen por fin su lugar. Y porque es, además, un texto brillante, divertido y mordaz que no se agota jamás en la relectura y que refleja la grandeza de su autora: una de las escritoras más geniales de la historia.