El Consejo hacía frente a una de las épocas más duras de la historia de la ciudad. La Orden había puesto a los invocadores en una situación comprometida que demostraba cuán inestable era el equilibrio en el que llevaban décadas viviendo. ¿Qué habría ocurrido si Kaia no hubiese visitado a Lilith y a Cibeles? ¿Y si Olympia no hubiese robado el poder de Asia? Las respuestas nunca la complacían. Odiaba esa sensación de desapego que la invadía por las noches y se asentaba muy dentro de su cuerpo. Le recordaba su propia humanidad, el vacío que le sacudía los huesos y lo mucho que deseaba volver atrás en el tiempo.