Érase una ves una gallina que, ansiosa de divertirse y de hacer su santa voluntad, se negó a poner más huevos-"¡que los compren o los manden a fabricar!"-; también había un burrito sabio que extrañado leía un periódico que no conseguía entender-"y lo que pasaba era que tenia el papel ¡al revés!"-. En este reino del disparate revolotean los copetones que no se tienen que afeitar y se encuentran a un chiquillo, montando un brioso corcel.